La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que cursa característicamente con lesiones descamativas y picazón.
Las lesiones se presentan en forma de brotes, siendo los principales factores el calor, el sudor, el contacto con tejidos irritantes, el estrés, las infecciones de las vías respiratorias altas y en algunos pacientes el consumo de ciertos alimentos.
Sus primeras manifestaciones suelen aparecer en la infancia, debutando antes de los cinco años de vida en un 85% de los casos. Es poco frecuente su inicio en el adulto. No se sabe aún cual es el mecanismo exacto que lleva al desarrollo de la enfermedad.
Se han postulado varias hipótesis, como el deterioro de la barrera cutánea por déficits enzimáticos como el de delta-6-desaturasa, incremento en la actividad de la enzima fosfodiesterasa y mutación del gen de la pro-filagrina. También hay un factor de activación de los linfocitos T.
Al día de hoy no existe ninguna prueba de laboratorio específica para el diagnóstico de dermatitis atópica. El diagnóstico es clínico, y se basa en la forma y distribución de las lesiones.
Es importante la valoración por parte del alergista, quien tiene la facultad de indicar la realización de un estudio dirigido. Es importante que evite realizar dietas de exclusión indiscriminadas que pueden poner al paciente en riesgo de desnutrición.
El tratamiento de la dermatitis atópica debe ser individualizado, atendiendo a las necesidades particulares de cada paciente.
Mantener una hidratación adecuada de la piel es la clave para el éxito en el tratamiento de esta enfermedad.
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