La gripe o influenza es una enfermedad viral que provoca fiebre, dolor de garganta, escalofríos, debilidad generalizada, dolores musculares y fatiga. A veces los casos más graves de la influenza se complican con infecciones pulmonares (neumonía), deshidratación, etc.

¿A quiénes se recomienda este tipo de vacunas?

1. Todos los niños “sanos” de 6 meses hasta 19 años.

2. Personas “sanas” de 50 años o mayores

3. Adultos y niños mayores de 6 meses con enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas, incluyendo el asma.

4. Adultos y niños con otras enfermedades crónicas o debilitantes de su sistema inmune, tales como: diabetes, enfermedad renal, falcemia o el sida.

5. Niños y adolescentes bajo tratamiento a largo plazo con aspirina.

6. Personas que viven en asilos para ancianos.

7. Médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud.

8. Mujeres embarazadas que van a tener más de tres meses de gestación durante la época de la influenza.

9. Personas que trabajen en oficinas médicas, hospitales y asilos (por ej.: secretarias, personal de mantenimiento, etc.).

10. Personas que convivan con pacientes de alto riesgo.

11. Adultos y niños que puedan comprometer la función respiratoria y/o las secreciones pulmonares, incluyendo: injurias a la columna vertebral, epilepsia, desórdenes neuromusculares, etc. La incidencia de los efectos secundarios es baja.

Las personas alérgicas al huevo podrían presentar una reacción alérgica a la vacuna, y no se les debe aplicar hasta ser evaluadas por un alergista. Ya que los virus de la influenza mutan (o cambian) frecuentemente, los virus específicos de la influenza que causan la infección pueden variar cada año. Esto determina que antígenos virales de virus diferentes se utilizan cada año en la vacuna, por lo que se debe aplicar la vacuna “nueva” anualmente y debe administrarse entre octubre y diciembre de cada año.